lunes, 21 de febrero de 2011

Corazón de los Días o el mundo del haiku

por Joan Bernal

Esteban Ramírez es otro de los poetas que se bajó de la cuna caminando. Quiero decir no gateó. No se puede explicar de otra manera un primer libro tan completo y bien trazado. Un primer libro con tanta osadía. Es por donde se vea un hecho insólito que un poeta joven que publica su primer libro lo haga participando de un espécimen poético que o se ama o se odia: el haiku.
La definición que el mismo Esteban nos comparte tiene la claridad y el pulso de sus poemas. Simple y llanamente dejarnos, permitirnos estar, realmente vivos. Menuda lección! Con esas poquitas sílabas que forman el Corazón de los Días es evidente que Esteban se permitió tanto estar vivo que uno se va animando. Uno se va preguntando y abriendo, respondiendo y abriendo a ese quizás temible, pero entrañable, salto al vacío: permitirse estar vivo.
Anticipo que para algunos será un libro incómodo. De seguro les hará falta la enumeración, el regodeo, la explicación, el juego de palabras. A todos ellos les propongo lo que Esteban nos propone con su libro: disponerse, soltarse. Duden un poco de los efectos especiales, practiquen el silencio, sobre todo el de la mente. Observen. Obsérvense.
La lectura del estudio que Esteban nos comparte al final, a mi gusto, puede resultar una experiencia aparte. Para mí fue un repaso muy útil por algunos de los puntos de mayor interés en la historia del haiku. Para mi grata sorpresa este repaso pulverizó varios de mis prejuicios sobre el género.
Uno de ellos, el que más me alegró que se derrumbara, fue el de mi ignorante reticencia hacia el rigor de la forma. Una métrica ideal como bien dice Esteban. Dicho estudio me aclaró, con precisión y humildad, variedad de preguntas que hasta entonces me intrigaban.
Con admiración reconocí, después de haber leído el libro de atrás para adelante (cada quien tiene sus coordenadas) que cada haiku de Esteban era testimonio fiel de todas esas falsedades que él mismo se encarga de desmentir. Ni necesariamente místicos ni profundos.
Mi haiku en el libro es este:
Aquella brisa
incapaz de hacerse haiku
me atormenta

Ahí veo a Rilke.
Ahí me veo.
Ahí veo el insondable don de la poesía.
Ahí veo mi dolor transfigurado.
¿Qué verán ustedes? Démonos el gusto de leerlo.
El haiku es un género que a pesar de su economía no es tacaño. El haiku es, como bien se lee en los poemas de Esteban, otra manera de sentir y de ser.
¿Por qué no, la nuestra?
Este libro, por dentro y por fuera, está lleno de paisajes familiares. Por ahí fluye la vida en forma de antena o de puntos suspensivos.
No son sentencias.
No son grafitis.
Su poder de invocación y evocación los rebasa.
Le doy las gracias a Esteban por su libro que nos regresa o nos inicia en el descubrimiento de esta otra maravilla del mundo. Al hacerlo nos alivia saber que aquí y allá la vida es una. Que aquí y allá, ahora mismo y también en el pasado, hombres de variadas formas, historias y costumbres con unas cuantas palabras y otras tantas profundidades o superficies se aventuraron a sentirse, a saberse vivos.
¿Quién sabe? Tal vez también la nieve en nuestra manta viene del paraíso.

14, 15, 18 de febrero de 2011.

(Este texto fue leído en la presentación de Corazón de los Días en Heredia el 18 de febrero de 2011)

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